La protección de la propiedad industrial como subconjunto de la propiedad intelectual, más concretamente de la marca, constituye una excepción al principio de libertad y autonomía empresarial, al conferir derechos exclusivos y excluyentes al titular del derecho.
Pero, al fin y al cabo, ¿qué es una marca?
El diseño de una marca basándose únicamente en aspectos materiales tangibles (nombre, registro, imagen gráfica) e intangibles (conjunto de valores que transmiten un mensaje) no es suficiente para definir un concepto tan amplio y relevante.
La marca es una construcción continua que engloba posicionamiento y reputación. Una de las claves fundamentales para el éxito de su empresa.
En este sentido, cabe destacar la importancia de la protección de la marca, cuya función es identificar y diferenciar su negocio, además de evitar que otros competidores utilicen el mismo nombre y características, aprovechando el prestigio construido por su empresa a lo largo de años de historia. En otras palabras, se trata de un verdadero instrumento de protección legal que va de la mano con la estrategia comercial de la empresa.
No es ninguna novedad que el derecho de propiedad sobre la marca surge con el registro válido, que otorga el monopolio temporal y renovable de uso exclusivo sobre el nombre, impidiendo que terceros utilicen marcas idénticas o similares.
Entonces, una vez registrada, ¿mi marca está 100 % protegida?
Depende del modelo de negocio y de la estrategia de expansión global de la empresa.
Es muy importante que su empresa identifique los mercados en los que estará (o pretende estar) presente, diseñando una estrategia global para seleccionar los mercados en los que operará. Esto permitirá realizar una investigación previa adecuada para el uso y registro de su marca en los territorios deseados, o incluso la adquisición de marcas locales existentes en ese mercado.
Es decir, si su empresa pretende internacionalizar su actividad y expandirse a otros territorios, lo que le dará mayor seguridad jurídica a la marca es registrarla en los lugares donde se realizarán actos comerciales, como la fabricación, venta, exportación, importación, etc.
Parece «un monstruo de siete cabezas», pero no tiene por qué serlo. En realidad, se trata de una estrategia comercial que tiene como objetivo prevenir una serie de posibles problemas relacionados con el tema. Por lo tanto, contar con asesoramiento especializado, que analizará la viabilidad de la aplicación de convenios y tratados internacionales, identificando la mejor forma de efectuar el registro de la marca fuera del país de origen, optimizará tiempo y dinero.
En Brasil, este trámite lo realiza el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) y tiene validez nacional.
Pensando en un ejemplo práctico de internacionalización de una empresa con expansión de la marca a la Unión Europea y tomando España como punto de partida, la solicitud puede realizarse de la siguiente manera:
- nacional, a través de la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), país por país, lo que tiende a elevar los costes, dependiendo del número de países en los que se desee registrar la marca;
- Unión Europea, como marca de la Unión Europea, a través de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), mediante un sistema unitario válido para toda la Unión Europea, lo que suele reducir los costes, teniendo en cuenta la amplitud de los derechos en todo el territorio. Un punto importante es que, si se deniega el registro en esta modalidad, puede convertirse en marca nacional de cualquier país miembro de la UE.
- Internacional, a través del Sistema Internacional de Marcas, conocido como Protocolo de Madrid, solo para países signatarios (como Brasil, desde 2019). El procedimiento es único, simplificado y con el pago de una única tasa, lo que ahorra tiempo y dinero.
En resumen, una vez establecido el modelo de negocio de su empresa y la estrategia de expansión global, para garantizar la seguridad internacional de su marca, es necesario registrarla en los países en los que estará o podría estar presente, teniendo en cuenta la clasificación internacional, la función de los productos o servicios que se pretenden comercializar o ejercer, siempre teniendo en cuenta las particularidades de cada empresa.
Para ello, lo mejor es anticiparse, en la medida de lo posible, a la solicitud de registro internacional tan pronto como se tome la decisión de expandirse a nivel mundial, con el fin de evitar posibles situaciones indeseables, como derechos nacionales anteriores (marcas iguales o similares ya existentes en los países en los que se pretende expandirse) y, tras un análisis minucioso y especializado del escenario ideal para la realidad de su empresa, utilizar el mejor sistema de protección internacional a efectos de registro.
Internacionalizar su marca y expandir su operación de forma segura y eficaz no tiene por qué ser un obstáculo burocrático, puede ser un nuevo paso para el crecimiento global de su negocio.